NO PUEDO ENTENDER CÓMO PUDO HACER ALGO ASÍ

Ayer, un amigo presenció una situación difícil de asimilar y comprender. Una persona se había quitado la vida a unos metros de él; cuando vi a mi amigo, se preguntaba continuamente por el motivo de tan dramática decisión ―¡no podía estar bien para hacer algo así!― me decía. En muchas ocasiones, no nos explicamos por qué una persona puede llegar a actuar cómo lo hace, o no actuar cómo creemos que cualquiera lo haría en una situación similar, basta recordar cualquier noticia que aparece en los medios de comunicación en la que se muestran los testimonios de vecinos o de las personas del entorno de un suicida, homicida o víctima de algún hecho dramático, todos suelen coincidir en que no se esperaban tal desenlace, describen a la persona o pareja como “normal”, sin problemas graves.
Las personas actuamos como “científicos ingenuos”, buscando continuamente explicaciones que nos aporten cierta sensación de control sobre el ambiente, o que protejan nuestra autoestima saliendo airosos y manteniendo nuestra imagen ante los demás, para ello, cuando observamos conductas, que implican situaciones inesperadas, fracasos o tienen consecuencias negativas, tendemos a explicar el suceso atribuyendo la responsabilidad del mismo a características personales del autor de la conducta, obviando la influencia que la situación tiene sobre el origen del suceso. Así, responsabilizar de la conducta a la persona que la realiza, nos da la "seguridad" de que nosotros no nos veremos en la misma situación por ser diferentes personalmente, o la "seguridad" de que, una vez en la situación, nosotros saldremos airosos por tener la capacidad, que la otra persona no posee, de solventar el problema .
Por esta función protectora de la autoestima y de control del ambiente, que poseen las atribuciones o explicaciones que damos a los sucesos o conductas, nuestra percepción de la situación se encuentra distorsionada, incompleta, lo que nos dificulta comprender determinadas conductas que observamos, ya que no disponemos de toda la información necesaria para sacar conclusiones válidas.
De manera que, esta percepción incompleta, aunque nos protege y nos da seguridad, al mismo tiempo, nos aleja de la realidad, corriendo el riesgo de no percibir una situación como amenazante, cuando realmente lo es, y de responsabilizar de la situación a quien es víctima de la misma, esto último suele ocurrir con las víctimas de violencia de género y se manifiesta en afirmaciones en el entorno del tipo: “yo eso no lo hubiera aguantado” o “no sé qué hacía con una persona así”.
No tener en cuenta la situación, o mejor dicho, cómo vive cada uno la situación, es lo que nos dificulta entender el comportamiento de otras personas y la fuente de muchos sesgos atributivos, ya que procesamos la información del mundo bajo la luz de nuestras propias creencias y emociones, las cuales distan de coincidir con las de cualquier otra persona. De forma que las creencias y emociones actúan como unas gafas personales e intransferibles que filtran la información que recibimos, lo que deviene en una serie de distorsiones de la realidad, que influirán en nuestra percepción, interpretación y explicación de los sucesos que nos rodean.
Para entender el comportamiento de otra persona, y de uno mismo, es necesario quitarse las gafas y saber qué tipo de gafas lleva cada uno, lo que conlleva, primero ser conscientes de que nuestras explicaciones o juicios están distorsionados al no tener en cuenta la situación y, segundo, conocer las formas en que cada uno construye su mundo, así como la influencia que tiene esa percepción del mismo en su conducta, pero esto último queda pendiente para otro post.