IMPACTO DE LA RUPTURA DE PAREJA EN LOS HIJOS

El divorcio es una situación altamente estresante, tanto para hombres como para mujeres, sobremanera cuando hay hijos de por medio o una convivencia de larga duración. La ruptura de pareja, supone una pérdida y, como tal, produce grandes cambios en la vida (psicocológicos, emocionales, sociales, económicos, laborales y familiares), cursa con fuertes tensiones familiares e intensas emociones, y requiere un gran reajuste en todos los ámbitos, en ocasiones se asemeja a pasar un duelo por un fallecimiento.
El proceso de aceptación e impacto psicológico de la separación varía en función de distintos factores, como de quién tomó la decisión de separarse o de los recursos de los que disponga cada uno, sin embargo, cuando hay hijos menores fruto de la relación, la separación acontece en un momento de enorme vulnerabilidad para ellos, debido a que no poseen recursos necesarios para hacer frente la ruptura familiar al no haber desarrollado todavía sus capacidades cognitivas, siendo para ellos una situación altamente traumática, que quiebra su “mundo seguro”, generando heridas emocionales que pueden doler toda una vida sin ser conscientes de ello.
De forma que la separación de los padres supone una situación traumática para los menores, quienes requieren atención y apoyo para evitar ciertas consecuencias psicoemocionales negativas, como baja autoestima, desconfianza en los demás, ilusión de reconciliación, adicciones, sobrecarga emocional....
Sin embargo, los padres se encuentran en una situación de crisis con un gran coste emocional, que dificulta atender adecuadamente a las demandas evolutivas de los hijos en el momento que más lo necesitan, lo que tiene implicaciones negativas en todas las esferas del desarrollo de los pequeños. Algunas consecuencias negativas son las siguientes:
• Sentimientos de culpa. Con frecuencia los menores se sienten responsables de la separación de los padres, provocando un fuerte malestar en los hijos. Aunque se puede dar a cualquier edad, los pequeños son más vulnerables.
• Sentimiento de abandono y rechazo. Los niños, especialmente los más pequeños, no entienden por qué un progenitor tiene que abandonar el hogar, interpretándolo como una conducta de abandono o un castigo a sus malos actos.
• Sentimientos de impotencia e indefensión que conllevan rabia y frustración. Éstos son consecuencia de la no participación en la toma de decisión de la separación. Pueden desear la reconciliación de sus padres pero los niños ven frustrada su expectativa de una familia unida, lo que les genera impotencia, rabia, frustración
• Inseguridad. Los sentimientos de rechazo, abandono e impotencia desembocan en inseguridad.
• Ansiedad y depresión. Psicológicamente, el niño con frecuencia manifiesta estados de ansiedad y depresión que se pueden acompañar de síntomas de somatización (v.g. dolores de cabeza o de estómago).
• Conductas regresivas. Esto es, retroceso en el desarrollo a etapas anteriores tal como enuresis nocturna, trastornos del sueño, rechazo de la escuela, comportamientos problemáticos.
Por lo general, estas reacciones emocionales negativas, que son normales ante la ruptura de la relación entre los padres, se mitigan con una buena gestión de la ruptura y mediante una buena comunicación con el menor, acorde a su edad, que le prepare para los cambios que vivirá y le ofrezca información clara que no favorezca la elaboración de explicaciones sobre la separación que devengan en los sentimientos negativos antes mencionados.
Sin embargo, con demasiada frecuencia se produce una mala gestión de la separación de la pareja que da lugar a fenómenos que empeoran el estado y desarrollo óptimo de los hijos. Estos fenómenos, por ejemplo, la alienación parental o la parentificación, suelen asociarse a desavenencias entre los progenitores cuyas consecuencias recaen , en unas ocasiones de forma inconsciente y en otras conscientemente, en los hijos. Pero esto ya da para otro tema, que trataremos en otra ocasión y daremos pautas para paliar los efectos negativos de una separación conflictiva en los hijos.